MANEKI NEKO

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MANEKI NEKO

El gato de la suerte

El Maneki Neko o “gato de la fortuna” es una popular figura de origen japonés que también se ha convertido en un importante símbolo de riqueza para los chinos. Su preferencia en Occidente ha crecido en los últimos años y es todo un ícono de la cultura pop actual.

La escultura representa a un gato sentado saludando con una pata alzada. Trae un cascabel atado con cinta roja en el cuello para ahuyentar malos espíritus. También sostiene una moneda de oro alargada con algún ideograma en chino con caracteres auspiciosos.

Comúnmente hecho de cerámica, este gatito se encuentra en una amplia variedad de tamaños, colores, materiales y posturas. Puede ser visto frecuentemente en la entrada o cajas registradoras de tiendas, restaurantes y otros negocios de todo tipo –y no necesariamente solo en comercios chinos. Hoy día, desde un pequeño supermercado de barrio, un puesto de venta de lotería o hasta una gran cadena de tiendas departamentales, exhiben discretamente la figurita de este gato.

El nombre significa literalmente “gato que invita a la riqueza”, porque el felino se sienta junto a la puerta e invita a la gente a gastar su dinero. Se dice que trae buena suerte a su dueño e invita a la felicidad a entrar en el hogar. Sirve como activador para atraer la prosperidad y el éxito. Si es la pata derecha de la escultura la que se representa alzada, se dice que trae prosperidad y dinero, mientras que la pata izquierda alzada atrae visitas y nuevos clientes.

Hay gatos de la suerte de muchos colores, pero el más popular en China, es el de color dorado, el que llama al dinero. Según la tradición, el mensaje que nos transmite el gato con el movimiento de su pata es el siguiente: “Entra, por favor. Eres bienvenido“. En Japón, sin embargo, el color más común de encontrar es el blanco que alude a la pureza. También existen en color negro para protección, en color rojo para la salud y en color rosado para el romance.

Hay diferentes versiones sobre el origen del culto y admiración por este afortunado gato en Japón. El denominador común en todas ellas es que gracias al gato, cuando menos se piensa, la suerte, la riqueza y la prosperidad pueden entrar a nuestra casa o negocio.

Aquí les compartimos dos de ellas:

La leyenda del Maneki Neko:

La historia ubica el origen de la leyenda del Maneki Neko en el templo de Gotokuji, cerca de Tokio hace varios siglos. Era un templo sencillo y humilde en el cual vivía un monje con su gato. El monje compartía sus pocos alimentos con el animal y una vez le dijo: “si quieres agradecer por esta comida, por favor trae fortuna a este templo”. Unos meses después, seis guerreros samuráis tocaron a la puerta del templo. Contaron al monje que cuando pasaban frente al templo, toparon con un gato sentado en el camino y que movía su pata hacia ellos, como llamándolos a que se acercaran. Intrigados por esta visión y cansados de viajar, decidieron solicitar en el templo un lugar adonde dormir y descansar. El monje fue muy hospitalario con ellos y les brindó un refugio. Momentos después el cielo se oscureció y empezó una fuerte tormenta con terribles relámpagos y truenos. Mientras tanto, el monje comenzó a rezar y la lluvia cesó. Los samuráis, embelesados por las oraciones y admirados por lo que presenciaron, lo percibieron como un signo de conversión al Budismo. Decidieron agradecer al monje su hospitalidad donándole inmensos campos de arroz para cultivar.  Años después, cuando el animalito murió, se hizo una estatua del gato para que los visitantes pudieran honrarlo y orar por él.

Otra versión cuenta que un antiguo señor feudal se encontraba de cacería en un profundo bosque y se perdió. Comenzó a llover fuertemente y el hombre corrió a refugiarse bajo un árbol. Una vez allí, observó como un gato levantaba su pata y parecía que lo señalaba para que se acercara a un templo cercano. El señor feudal decidió ir hacia el templo y observar de cerca al gato. Justo en ese instante un rayo cayó sobre el árbol y gracias al llamado del gato, el hombre salvó su vida. En agradecimiento, de su bolsillo reparó el templo y les entregó a  los monjes que allí vivían extensos campos de cultivo.

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