EL BOOM DE LA MEDITACIÓN

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EL BOOM DE LA MEDITACIÓN

En los países occidentales, la popularidad de  las enseñanzas del Budismo está atravesando una etapa de esplendor. La versatilidad de este sistema de pensamiento permite que algunas de sus prácticas puedan coexistir con los cultos ya establecidos y no entrar en contradicción con los preceptos cristianos, musulmanes, judíos o de otras religiones y creencias.

Un claro ejemplo de cómo el budismo y otras filosofías orientales llegaron para quedarse en occidente es el auge de la práctica de la meditación.  Las ventajas y beneficios de la meditación son múltiples y se han escrito cientos de libros y artículos sobre el tema.

Muchas de sus técnicas ya se están aplicando entre psicólogos, psiquiatras y otros terapeutas. No es una técnica exclusiva de chamanes o de fanáticos de la nueva era, sino que a nivel biológico y mental, la ciencia ha podido constatar su influencia positiva en la salud humana.

Entonces nos surgen algunas interrogantes: ¿meditar está de moda o de verdad es una necesidad en esta época convulsa? ¿Es una tendencia pasajera o será parte imprescindible de la rutina diaria del ser humano moderno?

A diferencia de la oración, que es practicada desde la antigüedad por casi todas las religiones, la meditación no trata de entablar un diálogo con algún ente divino, que escuche nuestras plegarias o nuestras necesidades y actúe a nuestro favor de forma omnipotente u omnipresente.

Meditar es un diálogo con uno mismo, no hay nadie más allí, no hay nada más alrededor que importe, solamente estoy yo. Por tanto, no media ninguna ideología, rito o canon cultural o social. Meditar significa total introspección, presentarse uno mismo a sí mismo tal cual, sin máscaras ni filtros, es un proceso totalmente interior, individual y personal. Es algo que sucede en nuestra psique, es un encuentro con uno mismo que tiene como fin de lograr serenidad, paz y tranquilidad. Si cultivamos una mente tranquila y apacible, gozaremos de felicidad continua aunque tengamos que enfrentarnos con circunstancias adversas.

Sin embargo, vemos como la publicidad, las redes sociales, las películas, la televisión y demás medios de comunicación masivos presentan la meditación como uno más de sus productos de consumo. Hay muchísimas aplicaciones para celular que enseñan cómo meditar. Hay música para meditar, aromas para meditar, cojines para meditar, velas para meditar, ropa para meditar,  hoteles para meditar, joyas para meditar, cuadros para meditar, mandalas para meditar y un sinfín más de atractivas ofertas en el mercado.

¿Es necesario gastar tanto dinero y esfuerzo solo para lograr estar en sintonía con uno mismo? Cierto que siempre es necesario buscar apoyo y aprender algunas técnicas básicas, pero la esencia final está en nosotros mismos. La práctica hace al maestro y la meditación no es la excepción. Requiere tiempo, paciencia y mucha constancia. Y a diferencia de la inmediatez y la volatilidad de los productos de la sociedad de consumo, no es algo que se logre instantáneamente.

La primera etapa de la meditación consiste en disipar las distracciones y lograr cierta claridad y lucidez mentales. A simple vista parece muy fácil y sencillo, pero se requiere un enorme esfuerzo de concentración para dejar de oír el ruido externo y poco a poco apagar el ruido interno. Hay quienes afirman que se puede meditar mientras viajamos en un autobús, en un avión, mientras esperamos en una fila del banco o simplemente mientras caminamos. Tampoco hay que pasar horas y horas meditando, puede requerir solo unos pocos minutos al día. No hay que adoptar posturas complicadas, ni vestir ropa vaporosa ni pagarle a un excéntrico gurú para que nos guíe.

La respiración es básica en la meditación. La mayoría de las dificultades y las tensiones que sufrimos tienen su origen en la mente y muchos de nuestros problemas de salud son provocados o agravados por el estrés. Además de la importancia de la respiración alcanzar algunos estados de conciencia, ésta también ahuyenta los pensamientos confusos que nos distraen durante la meditación. Concentrándose en la respiración es mucho más fácil eludir esas ideas que aparecen intempestivamente cuando empezamos a meditar.

La meditación ha sido la respuesta de algunos que buscan llevar espiritualidad a su vida, pero que no se identifican con ninguna religión en particular y que tampoco se sienten conformes con un ateísmo absoluto.

No es la panacea a todos los problemas, no cura enfermedades, no nos convierte ni en buenas ni en malas personas, no nos transporta a otros mundos o dimensiones. La meditación nos enfrenta con el aquí, el ahora, con nuestra corporeidad y nuestra mente. Parece fácil y no lo es. Parece sencillo y no lo es. Pero una vez que deja de ser una moda y se convierte en un hábito, el boom de beneficios que vamos a alcanzar a través de la práctica de la meditación no los cuantifica ni el dinero ni nuestras posesiones materiales, solo la paz y el sosiego que alcanzará nuestra alma.

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