YOGA NO ES UN FIN, YOGA ES UN CAMINO
El 21 de junio se celebra el día internacional del Yoga, motivo que nos invita a hacer la siguiente reflexión: ¿te has preguntado si es la disciplina correcta para ti?
Hoy las redes sociales nos muestran personas de cuerpos delgados y tonificados, con ropa vaporosa, en posturas “complicadas”. Otras posan en idílicos escenarios de fotos tratadas con filtros de Photoshop e Instagram.
Podría hablarse de una banalización de la práctica del yoga. Porque si nuestra intención al practicar yoga es tener un lindo cuerpo, lograr acrobacias complicadas para presumirlas en fotos o tener un abdomen soñado, nos estamos aproximando al yoga desde la perspectiva incorrecta.
Yoga es una disciplina para practicar con nuestro cuerpo, pero con el único fin de influir en nuestra mente. Primero hay que dominar el cuerpo para dominar la mente. Yoga no es un fin, yoga es un camino. Es un camino cuyo recorrido incluye compasión, humildad, autoconocimiento y perseverancia.
El hinduismo, religión en la cual el yoga se origina, nos propone múltiples vías para alcanzar lo que dentro de su filosofía, es la realización de quienes transitamos el mundo tangible: el nirvana. El nirvana no es otra cosa que el fin del ciclo de las reencarnaciones, es cuando lo terrenal, incluyendo nuestro cuerpo, deja de tener vigencia y solo encontramos el vacío. Para nuestra mente occidental, “vacío” puede tener una connotación negativa, pero en el hinduismo, es el anhelo máximo. De ahí que esta corriente de pensamiento conciba el yoga como la práctica diaria de toda una vida o más bien, de muchas vidas.
Así que la próxima vez que admiremos esa imagen de una persona parada de cabeza, de cuerpo “perfecto”, vestida con la ropa “perfecta”, pensemos que él o ella han llegado a ese punto practicando con mucha constancia. Pensemos que él o ella han logrado dominar su mente de tal forma que puede hacer con su cuerpo cosas extraordinarias. La belleza de su postura no es lo que se ve a simple vista, todo lo contrario, la belleza radica en ese camino de constancia que solo los que entienden la esencia del yoga pueden visualizar.
No nos intimidemos por no ser flexibles o de contextura atlética. No nos detengamos por edad o género. Pensemos en el yoga como un aprendizaje infinito que puede llegar en cualquier momento de la vida y en un ejercicio que practicamos con el cuerpo pero que realmente ejercita nuestra concentración y nuestros valores.
Con el tiempo y de una forma un poco difícil de cuantificar y explicar, nos daremos cuenta que mejoraremos como trabajador, como madre, padre, hija, hijo, amigo, hermano, maestro y lo más importante, como ser humano.
Síguenos en: