EL PROFUNDO AZUL DEL LAPISLÁZULI

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EL PROFUNDO AZUL DEL LAPISLÁZULI

El lapislázuli es una de las piedras más veneradas y apreciadas desde que comenzó la historia de la humanidad.  Su hermoso color azul ultramar -profundo y celestial- fascinó tanto a reyes, a faraones y a nobles, como a lapidarios, artistas y joyeros.

Su intenso tono azul continúa hoy día siendo símbolo de la realeza, del honor, del poder de los dioses, de la sabiduría y de la verdad. El crecimiento espiritual ha sido anhelado por casi todas las civilizaciones y el lapislázuli las ha acompañado en ese camino, por lo que se le conoce como la “piedra del cielo”.

Se han encontrado sellos cilíndricos grabados y otras formas básicas de joyería formadas a partir de esta gema entre los restos mesopotámicos, babilónicos y asirios de los períodos más antiguos.

El lapislázuli es considerado una piedra sagrada en diferentes religiones. Los egipcios la usaron para acceder al conocimiento sagrado, pues creían que despertaba las habilidades psíquicas, favorecía la intuición y la orientación espiritual. Era usada en los ricos ornamentos de los propios faraones o de sus esculturas. Son famosos los preciosos escarabajos de lapislázuli hallados en templos y sarcófagos.

 

Los romanos creían que tenía propiedades afrodisiacas y a veces se tasaba a mayor precio que el oro.  Esta gema azulada también se menciona en algunas escrituras de los pueblos hebreos.

En México, esta piedra azul oscuro con simbolismo celeste, se empleaba en los templos para mostrar el cielo nocturno con estrellas.  Su asociación con las fuerzas divinas ayuda a explicar su popularidad como material ornamental.

Era emblema del amor en Grecia, atributo de la diosa Afrodita y auguraba el éxito en China, donde se le vinculaba a la clarividencia.

En la Edad Media, el lapislázuli se procesaba y se purificaba para obtener un pigmento muy escaso y cotizado en la pintura: el azul ultramarino.  Este magnífico pigmento ayudó a crear algunas de las obras de arte más bellas de la historia mundial. También se empleó como ingrediente en polvo para colorantes, sombras de ojos y elixires medicinales.

 

Localización

Por siglos, el lapislázuli fue esencialmente una piedra preciosa asiática. El distrito de Badakshan en Afganistán, cerca de la fuente del río Oxus, contiene las minas más antiguas y famosas y, presumiblemente, fue de esta fuente de donde se abastecía el lapislázuli del mundo antiguo. Persia, Mesopotamia, Siria y Egipto pueden haber derivado de este centro el material para sus joyas y adornos trabajados en lapislázuli.

Uno de los mejores yacimientos actuales de lapislázuli se encuentra cerca del extremo sur del lago Baikal en Siberia, y se conoce como lapislázuli ruso o lapislázuli siberiano.

En América, un depósito de lapislázuli situado cerca del pueblo de Ovalle, en los Andes chilenos, proporciona una variedad moteada de color más opaco, menos valiosa que el material ruso o afgano, pero muy apreciada para la fabricación de joyas de plata.

Características

El lapislázuli no es un solo mineral, sino más bien es una roca formada por feldespatoides, consistentes en lazurita azul con cantidades variables de calcita y pirita.

Aunque el lapislázuli parece superficialmente homogéneo, en realidad está compuesto de calcita impregnada y ricamente coloreada por tres minerales diferentes, todos ellos silicatos de soda y alúmina, y todos de color azul.

Aparte de la belleza del color, el lapislázuli puede identificarse aún más por la presencia de pequeños granos y vetas metálicos de color amarillo brillante, presentes en el cuerpo de las piedras y que representan inclusiones de piritas de hierro.

La dureza de esta mezcla mineral se acerca a 5 en la escala de Mohs, demasiado suave para ser útil para una piedra de anillo, pero lo suficientemente dura como para cumplir con los requisitos de las formas de joyería más modernas, tales como abalorios, colgantes y broches.

Esta piedra ha sido durante mucho tiempo la favorita de los lapidarios chinos para tallar objetos pequeños tan característicos como figuritas, colgantes y botellas de rapé, cuyo material proviene principalmente de la fuente siberiana.

Usos espirituales

 

El azul es el color de la autoexpresión y la conciencia. El lapislázuli nos ayuda a profundizar en nuestro espíritu para despertar y dirigirnos a un verdadero destino y propósito divino. Tiene el color del agua, el elemento vital del planeta.

Esta piedra mejora los estados meditativos: relajando la mente a través de la meditación, nos permite traer identidad, claridad y libertad para tomar el control sobre nuestras vidas y ser más saludables y felices.

Se cree que meditar con lapislázuli ayuda a recuperar el conocimiento y los recuerdos perdidos. Revela la verdad interior y promueve la autoconciencia y la aceptación de ese conocimiento. Proporciona el alivio de las cosas que pueden haber sido suprimidas y les permite salir a la superficie, ayudando a disminuir el enojo reprimido, y permite la autoexpresión sin contenerse ni comprometerse, lo que trae una profunda paz.

Su propiedad metafísica más importante es equilibrar los chakras garganta, corona y tercer ojo. Esto potencia la armonía, el autoconocimiento, la autoconciencia, la honestidad, la compasión, la confianza.

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