CUENCOS TIBETANOS: VIBRANDO CON EL UNIVERSO

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CUENCOS TIBETANOS: VIBRANDO CON EL UNIVERSO

Durante siglos, los monjes en el Tibet han utilizado un instrumento llamado cuenco tibetano.  Se trata de un tazón de metal que se golpea en su costado con un palo de madera –con una ligera presión-, de manera tal que el cuenco comienza poco a poco a subir la intensidad de sus vibraciones.   Cuando esto sucede, se dice que el recipiente “empieza a cantar” – de ahí su nombre en inglés “singing bowls”.

 

Según algunas tradiciones orales tibetanas, la existencia de estos cuencos se remonta al siglo V A.C.  Fueron traídos desde la India hasta el Tibet  y los Himalayas, junto con las enseñanzas del Buda. Están formados por una aleación de varios metales: cobre, estaño, hierro, plomo, zinc, oro, plata y mercurio. Las materias primas se funden y se purifican antes de ser moldeadas. Mantras o cantos sagrados se entonan durante su fabricación para que los cuencos tengan la resonancia y la intención espiritual deseadas.

 

Actualmente, se utilizan en yoga, en musicoterapia, en ceremonias para señalar el comienzo y el final de los ciclos silenciosos de meditación y oración religiosas. Sus vibraciones se han descrito como el “sonido donde el universo se manifiesta.”

 

El sonido de los cuencos produce notas que invocan un profundo estado de relajación que ayuda de forma natural a entrar en la meditación, siendo el objetivo final la iluminación. Por eso se consideran una ayuda fundamental  para las terapias holísticas.

 

Entre sus beneficios se encuentra la reducción del estrés, la limpieza del aura y el equilibrio de los chakras, ya que los tonos alcanzados con su vibración se consideran sonidos terapéuticos para sincronizar las ondas cerebrales sensibles y crear un efecto de balance sobre la mente y el cuerpo.

 

Cómo utilizar el cuenco tibetano:

 

– Siéntese en una posición cómoda con la columna recta, con el cuenco en su regazo

– Cierre los ojos y respire profunda y lentamente
– Coloque el recipiente en la palma de su mano de forma plana

-Golpee el cuenco suavemente con el mazo de madera

-Cierre los ojos y vaya absorbiendo el sonido poco a poco. No escuche solo con los oídos, debe sintonizarse con una forma específica de “sentir” el sonido

-El sonido y la armonía del cuenco son una experiencia única para cada persona

-A continuación, golpee el recipiente ligeramente de nuevo y haga un poco más de presión hasta frotar firmemente con el mazo alrededor del borde exterior superior del cuenco

-El cuenco empezará a “cantar” en voz baja y aumentará el volumen con las rotaciones sucesivas.

-No fuerce que el sonido se haga más fuerte, pues de lo contrario puede resultar más bien desagradable.

Ningún cuenco suena igual que otro, pero todos llevan a una sensación de gran tranquilidad y de espacio, y paradójicamente, de un gran silencio.

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