TURQUESA

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TURQUESA

Un adagio popular dice que “la mano que porta turquesa no conoce nunca la pobreza”, quizás porque desde la antigüedad reyes, príncipes, emperadores, militares y faraones usaron esta bellísima gema para decorar sus objetos más preciados: coronas, cetros, trajes, joyería, estandartes, armas y talismanes. Ha sido considerada un ornamento de lujo, reservada exclusivamente para los más ricos y poderosos.

Valorada como joya y como amuleto a la vez, la turquesa estuvo presente en las antiguas culturas del mundo: desde Egipto, Persia, India y China hasta México y Perú, ya que su coloración celeste azulado o celeste verdoso es única en la naturaleza.  Fascinó desde hace centenares de años a los maestros artesanos de las culturas precolombinas tanto mayas y aztecas, como del imperio inca.

Los egipcios se proveían de turquesa en la península de Sinaí y los persas en la región del gran Khorasan (Afganistán y norte de Irán). Durante siglos, las antiguas minas en el Turquestán ruso suministraron a los artesanos de Asia Central la turquesa para una gran cantidad de objetos tallados y decorados. El azul turquesa más fino proviene de Irán, del antiguo imperio persa. Actualmente hay algunos yacimientos activos en China, Tibet, Afganistán, Australia, Chile, Estados Unidos y España.

Para los árabes era conocida como la “Piedra de la suerte”, para los indígenas americanos era la “Piedra de los Dioses”, y para los turcos era el “Talismán del Jinete”.

Se cree que el nombre de la gema se debió al hecho de que fue traída a Europa desde el Mediterráneo oriental por comerciantes levantinos, generalmente conocidos como turcos. En francés se le denominaba “pierre turquoise”, que significaba “piedra turca”. Curiosamente en Turquía no hay yacimientos de turquesa, pero a través de esta región se comercializó la mayor parte de la turquesa que llegó a Europa, en cargamentos provenientes de la Ruta de la Seda.

Características minerales

La turquesa es un fosfato complejo de aluminio y cobre, con una dureza variable en la escala de Mohs, pues dependiendo del tamaño de los granos o cristales que la componen algunas piezas pueden tener una dureza de 4 a 4.5 y otras pueden alcanzar hasta 6. No es un mineral abundante en la naturaleza, más bien es raro de encontrar. Es de formación secundaria, perteneciente principalmente a las regiones desérticas.

Aparece como agregados micro-cristalinos en forma de nódulos irregulares, lobulados o en tiras delgadas (generalmente como venas de unos pocos centímetros) que son más compactas y fuertemente coloreadas en el centro, más claras y porosas en el exterior. Va desde color blanco azulado hasta el azul cielo, azul verdoso claro y verde claro. Generalmente es opaca, donde solo las piezas delgadas son translúcidas. La turquesa no suele encontrarse en grandes masas y se observa con mayor frecuencia formando mosaicos.

El color de la turquesa

Como todas las gemas que presentan tonos pastel, los tipos de colores más ricos son los más apreciados. El color preferido y más cotizado es el azul cielo fuerte, el azul verdoso pálido es menos buscado y el verde pálido no tiene mucha demanda.

La turquesa ha sido una piedra difícil de encontrar desde siempre, de ahí el su alto valor y aprecio entre los joyeros. Cada vez es más inusual de encontrarla en trozos grandes, de superficies más uniformes u homogéneas. Además, el color azul es el más difícil de hallar. Son más comunes los ejemplares celeste pálido, azul verdoso o verde pálido.

Muchas turquesas contienen venas estrechas de otro material, aisladas o en red, las cuales son generalmente un tipo de estrías negras o marrones, aunque a veces de color marrón amarillento. También puede contener parches de minerales extraños blanquecinos, con ocasionales cristales diminutos de pirita.

Presenta cierto grado de porosidad, lo cual la hace susceptible al efecto de los líquidos, especialmente de cualquier materia sucia o grasa, y esto puede cambiar la calidad del color de azul a verde o incluso tornarlo verde amarillento.

Cómo identificar una turquesa

Debido a su escasez y a que la característica externa más llamativa de la turquesa es su color, esta gema ha sido imitada por todo tipo de sustitutos de tonos similares. Por eso es muy importante cerciorarse de la autenticidad de esta piedra, pues es fácilmente emulada por otros materiales como la cerámica, el mármol, polvos comprimidos, plástico y últimamente por nódulos de otros minerales (como la howlita o la magnesita), los cuales  han sido teñidos externamente o coloreados artificialmente.

Para comprobar que se trata de turquesa real, hay varios métodos. El más seguro es verla a través de un microscopio y comprobar su estructura molecular. Pero como esto no siempre es accesible, se le puede aplicar a la piedra algún tipo de sustancia corrosiva como ácido clorhídrico o acetona, ya que esto provoca que cualquier tinte añadido sea removido. Otra forma es simplemente aplicando calor y observar la reacción del material.

Cualidades energéticas

La turquesa es una de las piedras más buscadas para sanación, ya que por su color azulado es ideal para colocar en el chakra de la garganta y así poder liberar aquello que no podíamos decir con palabras.

Es la piedra que permite usar nuestra intuición o sexto sentido de forma plena, porque activa y abre el tercer ojo. Así llegaremos a ser más precavidos, pues sabremos que “algo malo” está por suceder. Esta intuición además nos permite distinguir quiénes son personas negativas y quiénes no, con quién nos conviene relacionarnos y con quién no. Nos abre a nuevas  oportunidades e ilumina el aura.

También se considera una gema para el crecimiento espiritual y para la estabilidad emocional porque estimula la concentración. Es ideal para aquellos que encuentran muy difícil meditar y no pueden desprenderse del ruido del mundo que los rodea. La turquesa hace que podamos llegar a niveles de concentración difíciles de alcanzar y que logremos meditaciones más profundas.

Puede ser que hoy en día la turquesa no esté reservada como objeto de lujo únicamente para los grandes personajes religiosos o políticos como ocurrió en la antigüedad, pero lo que sí persiste es la paz, la iluminación y la tranquilidad que sus hermosos tonos azules y celestes nos proporcionan.

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