GANESHA, EL DIOS ELEFANTE

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GANESHA, EL DIOS ELEFANTE

Ganesha es el dios hindú  con cabeza de elefante, hijo de la diosa Parvati, esposa de Shiva, por lo que representa la unión de la destrucción para crear un nuevo ser.

Reza la leyenda que después de casarse con Shiva, Parvati quiso tener un hijo para que la protegiera de los visitantes indeseables.  Mientras se bañaba, engendró a Ganesha con la fricción de su propio cuerpo y lo ubicó para que vigilara la entrada a sus aposentos.

Cuando negó la entrada a Shiva, el enfurecido dios lo decapitó.  Parvati lloró amargamente e insistió en que reviviera a su hijo, así que Shiva reemplazó la cabeza de Ganesha con la del primer animal que iba pasando, un elefante.

Ganesha era famoso porque superaba todos los obstáculos y su nombre, por tradición, se invoca antes de emprender un proyecto. También se le conoce como Vighneshvara (“señor de los obstáculos”).

Es un dios muy querido en la India, ya que tiene cabeza de elefante, uno de los animales más populares del subcontinente. Además, su gruesa contextura se debe a que es muy “goloso” y muchas veces se le coloca con comida en sus manos.

En casi todas las representaciones le vemos con un colmillo roto, esto es porque se le partió cuando mantuvo una larga batalla con un demonio terrorífico. Cuando salió victorioso, consiguió que ese diablo se convirtiera en un ratón.  Desde aquel momento, lo empleó para transportarse de un lugar  a otro.

Por eso no es casual que Ganesha vaya a lomos de un roedor.  Esta divinidad resuelve todos los problemas y vence todos los obstáculos, por ello va en un animal como el ratón, que puede colarse por cualquier rincón o camino, por estrecho que sea.

Ganesha es además la deidad de la literatura, la sabiduría y la buena fortuna. Honrarlo procura suerte y saber. Es un dios “simpático” que aporta un conocimiento y una fortuna cotidianos, que tienen que ver con el día a día de sus devotos y no con aspiraciones de largo plazo.

Como Ganesha significa dios de los guardianes, suele ponerse su imagen o algún altar consagrado a él en la entrada de los templos, palacios y casas.  Se cree que así los habitantes de estos espacios contarán con fortuna y estarán siempre protegidos.

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