ORACIÓN A LA PIEDRA DE AR

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ORACIÓN A LA PIEDRA DE AR

La piedra de Ara ha sido uno de los amuletos más vendidos en nuestra tienda durante muchos años. Es una piedra generalmente de color blanco, de forma irregular, con el tamaño ideal para llevarla discretamente en un bolso, cartera o billetera.

Su origen data de hace muchos siglos atrás. Ara significa altar. Este era el nombre designado a los altares de piedra en la Grecia y Roma antiguas. Fueron dedicados a diferentes fines: sacrificios, ofrendas, festejos, homenajes a alguna deidad.

Posteriormente, con la venida del Cristianismo, los primeros templos guardaban la hostia, el cáliz y una piedra de consagración o Ara en el centro de una mesa o pequeño altar ceremonial, casi siempre hecho de mármol.

Actualmente, el amuleto de la piedra de Ara es precisamente cualquier piedra, trozo o fragmento que provenga de un altar que ya no esté en uso. Ya sea que el altar haya sido dañado por un fenómeno natural, ya sea porque la iglesia a la que pertenecía fuera demolida o porque simplemente se tuvo que reparar y perdió fragmentos, cada uno de estos pedacitos recolectados forma una especie de reliquia, que en su mayoría proviene de iglesias católicas.

Quienes tienen fe en sus poderes y virtudes, -por haber sido parte de un lugar sagrado- la recomiendan llevar consigo para protección contra malas intenciones y para tener fortaleza ante la adversidad.

Como cualquier amuleto, no debe ser tocado por nadie más que  por nosotros mismos. Puede purificarse con el humo del incienso de sándalo o de mirra. Y si rezamos la oración dedicada a la piedra de Ara, sus beneficios serán aún mayores:

“Oh poderosísima piedra de ara, dichoso el cuerpo que a ti se arrima parecido del cáliz y de la hostia consagrada, que se celebra en el altar, acompáñame a decir: veo estas tres palabras.

Mis enemigos venid, en el cáliz estoy metido, con la piedra de ara sea mi cuerpo defendido.

Mis enemigos veo venir, veinticuatro puñaladas me han de tirar, en el cáliz estoy metido, con la piedra de ara defendido, una guardia armada veo venir, sus armas caigan en el suelo, y la piedra de ara defienda mi cuerpo, porque veinticuatro horas estoy rogando a Dios que me libre de mis enemigos del día, como de la noche, de brujas alocadas y hechiceras y de hombres malvados.

Y me dé suerte en…”

Amén

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