MINERALOGÍA Y GEMAS

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MINERALOGÍA Y GEMAS

Nos encantan las gemas: su color, su textura, su brillo y hasta cuán frías se perciben al tacto. Luego de admirar la belleza que la madre naturaleza es capaz de lograr, nos preguntamos cuáles propiedades energéticas nos puede transmitir cada piedra con la que tenemos contacto. Sin embargo, dichas propiedades derivan directamente de los elementos que la componen.

Ambas cualidades, apariencia y energía, provienen de las características químicas y físicas que componen cada mineral. Por eso es importante, tener una rápida pincelada de los principales hitos que ha tenido la mineralogía para poder comprender el origen y clasificación de las gemas que tanto nos fascinan.

La mineralogía es la ciencia que estudia los minerales, todas aquellas sustancias formadas en la naturaleza que poseen una composición química definida y  una estructura ordenada de átomos, iones o moléculas. Es decir, hay un número finito de elementos químicos, pero hay múltiples combinaciones de ellos en diferentes proporciones y ordenamientos moleculares.

Por eso, cuando buscamos información sobre alguna gema o piedra que despierta nuestra atención, encontramos primeramente una descripción de sus características químicas y físicas. El reino mineral es enorme, y el ser humano ha hecho un esfuerzo no solo por aprovecharlo y explotarlo para su beneficio, sino que también se ha dedicado a estudiarlo y ha creado una guía que permita comprenderlo a fondo.

Por eso, como paso previo al conocimiento del mundo de las gemas y sus propiedades, debemos señalar algunos aspectos básicos de mineralogía que nos ayudará a valorar mucho mejor la energía que emite cada una de ellas.

En la Prehistoria, el sílex (una roca) fue el material por excelencia que se usó para fabricar utensilios como puntas de lanza, cuchillas y mazos. El siguiente estadio fue el descubrimiento de metales como cobre, estaño, hierro y sus aleaciones como el bronce. Paralelamente se trabajaron metales como el cobre, oro y plata.

 

De estos rudimentarios objetos utilitarios, siguieron los hallazgos de uso de gemas desde las primeras civilizaciones. Por ejemplo, en el antiguo Egipto, en el Valle del Nilo, se han encontrado algunas pinturas de las tumbas realizadas hace unos 5000 años que muestran escenas de artesanos ocupados en diversas tareas relacionadas con el tratamiento de minerales, tales como metalurgia o pulido de gemas.

Los primeros escritos sobre las sustancias naturales inórgánicas, así como un intento de clasificación de las mismas, se deben al filósofo griego Aristóteles en el siglo IV AC. Su discípulo Teofrasto escribió un tratado de mineralogía, titulado Peri Lithon (“Sobre las Piedras”), en el cual se describen 16 especies, principalmente piedras preciosas. Más tarde, el naturalista romano Plinio el Viejo (siglo I A.C.) recopiló en su obra magna Naturalis Historia los conocimientos existentes acerca de los minerales de su época.

Si bien en el siglo XIII el filósofo alemán Alberto Magno (1193-1280) describió una serie de especies en su obra De Mineralibus, el desarrollo de la mineralogía como ciencia no se inició sino hasta el siglo XVI, principalmente con los trabajos del médico y mineralogista sajón Georg Bauer (1494-1555), más conocido por su nombre latinizado Georgius Agricola, quien ejerciendo como médico en una localidad minera de Bohemia se aficionó a la mineralogía y a la metalurgia. Su obra más importante De Re Metallica, publicada póstumamente en 1556, constituye una descripción exhaustiva, en seis volúmenes ilustrados, de los conocimientos geológicos, mineros y metalúrgicos de su tiempo.

En el siglo XVII, los estudios del anatomista y geólogo danés Nicalaus Steno (1638-1686) permitieron conocer la estructura interna de los cristales; con ello nace una nueva disciplina íntimamente relacionada con la mineralogía: la cristalografía. Más tarde, en 1801, el mineralogista francés René Hauy (1743-1822) publicó su gran obra en cinco volúmenes Traité de Cristallographie. Desde entonces, y hasta la actualidad, la mineralogía se ha desarrollado en paralelo a otras ciencias, en especial la geología, la física y la química.

 

La clasificación de los minerales ha sufrido diversidad de criterios, pero han prevalecido dos: la composición química y la estructura cristalina; según se dé prioridad a uno u otro, los resultados son diferentes. Un ejemplo de esto es el caso del cuarzo: forma parte de la clase de los óxidos, por tratarse del óxido de silicio, mientras que en otras ocasiones se ubica en la clase de los silicatos, dado que presenta la estructura básica de los tectosilicatos.

En cuanto al número de especies minerales cabe señalar que, si bien se conocen más de tres mil, sólo existen unos pocos centenares realmente útiles para el ser humano, de las cuales no llega a cien el de aquellas cuya abundancia permite su aprovechamiento práctico.

Esta es una lista que clasifica los principales minerales y algunos ejemplos de cada tipo:

  1. Elementos nativos: cobre, plata, oro, grafito, diamante, azufre.
  2. Sulfuros y combinaciones afines: argentita, esfalerita, calcopirita, galena, cinabrio, estibnita, pirita, calcopirita, arsenopirita, rejalgar, oropimente.
  3. Haluros: halita, silvita, fluorita.
  4. Óxidos e Hidróxidos: magnetita, espinela, crisoberilo, coridón, rubí, zafiro, hematites, cuarzo, ópalo, casiterita, pirolusita.
  5. Carbonatos y combinaciones afines: smithsonita, rodocrosita, siderita, calcita, dolomita, aragonito, cerusita, azurita, malaquita.
  6. Sulfatos y combinaciones afines (fosfatos): brasilianita, variscita, turquesa, barinita, yeso, apatito, piromorfita.
  7. Silicatos: olivino, granate, circón, euclasa, andalucita, cianita, titanita, zoisita, prehnita, dioptasa, crisocola, diópsido, jade, rodonita, ortosa, oligoclasa, labradorita, sodalita, lazurita, lapislázuli, topacio, berilo, turmalina, moscovita, biotita, caolinita,ortoclasa.
  8. Compuestos orgánicos: ámbar, azabache, coral, perlas.

Le instamos a que busque a cuál clasificación pertenece su gema favorita y a familiarizarse con su composición química. Ello será una herramienta valiosa para conocer su origen y el por qué de su coloración, textura, dureza y brillo. Además, en el momento de tomarla sus manos y sentirla, este conocimiento científico le permitirá una mejor canalización y un mayor aprovechamiento de sus propiedades energéticas y sanadoras.

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