¿CÓMO SABER SI UNA GEMA ES NATURAL?

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¿CÓMO SABER SI UNA GEMA ES NATURAL?

Real, original, legítima, genuina, verdadera, auténtica. Estos y otros adjetivos son usados por muchos de nuestros clientes para preguntarnos cuál tipo de gemas vendemos. Nosotros siempre contestamos de la forma más simple y honesta: es natural.

Porque actualmente, diferentes técnicas permiten emular los materiales de la naturaleza de manera tan fiel que se hace casi imposible a simple vista diferenciar una gema artificial de una gema extraída de la tierra. Y el que una gema luzca tan brillante, transparente y de colores singulares, no necesariamente implica que haya obtenido ese acabado directamente de la naturaleza, sino que lo más probable es que haya pasado por un proceso de transformación desde una roca en bruto hasta llegar a lucir como una hermosa joya.

Comúnmente se usa el término “piedra natural” para referirse a aquellas rocas y minerales que provienen de la naturaleza, sin ninguna intervención humana. Esto incluye las gemas producto de los cambios geológicos del planeta y aquellas extraídas de minas, lechos de ríos y otros yacimientos.

Sin embargo, si van a ser usadas con fines de joyería o decoración, estos materiales deben pasar por una serie de tratamientos físicos o químicos para resaltar sus características intrínsecas. Deben ser cortadas al tamaño deseado, pulidas y lustradas para dejar su superficie suave y lisa, así como para permitir que características como iridiscencia, opalescencia o brillo emerjan de una simple roca.

En algunos casos las gemas se “calientan” de cierta forma para que este tratamiento intensifique su color. En otros casos se les aplican ciertos aceites a las piedras para realzar su brillo natural, y también a una piedra se le puede aplicar un tratamiento con láser para remover impurezas. De ahí que tengamos gemas naturales tratadas y no tratadas.

Algunos dicen que una vez que una gema es pulida o lustrada, ya pierde sus características naturales, pero no así su condición de natural, es decir, que no fue hecha en un laboratorio o fábrica. La apreciación dependerá de los gustos y preferencias de cada cliente y del uso específico que se le dará a cada una. Si es para lucir una joya, es posible que sea mejor una piedra lustrada. Pero si es para un propósito de sanación energética, se recomienda que la gema permanezca “en bruto”.

Un elevado precio no nos garantiza que una joya lleve o no lleve una piedra natural. Su costo depende del tamaño de la pieza, de la veta de la que se extrajo, de su rareza y del tipo de corte que se le haya hecho.  Tampoco la fragilidad o dureza de una piedra es indicador de su condición de natural, ya que hay minerales que se desmoronan fácilmente con solo el contacto con los dedos, hasta puntas de diamantes durísimas para cortar con precisión otra clase de materiales.

Pero si no disponemos de un microscopio, ácidos o máquinas para medir las propiedades físico-químicas, magnéticas o luminiscentes de una piedra natural, ¿qué rasgos podemos nosotros mismos revisar cuando adquirimos una gema?

Algunos tips para diferenciar una piedra natural de una imitación:

  • Refracción de la luz: tome una gema con su mano y colóquela de forma que reciba la luz del sol. Luego acérquela a sus ojos. Si se puede ver a través de ella, se trata de un tipo de vidrio. Esto es así porque el vidrio refleja la luz, mientras que las gemas más bien refractan la luz.
  • Peso: una piedra natural siempre va a ser más pesada que una similar hecha de plástico o resina, debido a una mayor densidad de su masa.
  • Brillo: un material artificial tiende a brillar más o a tener destellos más uniformes que una piedra natural.
  • Textura: revisar si tiene defectos, pequeñas rajaduras o inclusiones, ya que las gemas hechas en laboratorio son totalmente perfectas, es decir, no presentan ninguna textura o materiales internos. Para esto es muy útil usar una lupa. Si se encuentran inclusiones naturales, la gema es real. Por ejemplo, el lapislázuli debe tener imperfecciones en tonos dorados, y la sodalita en color blanco, nunca tendrán un color azul total.
  • Temperatura: esta prueba consiste simplemente en que al tomar una gema con la mano, ésta siempre deberá estar fría. Obviamente se pondrá más tibia por nuestro calor corporal. Pero una vez que la volvemos a colocar en una superficie, se vuelve a enfriar. El plástico siempre estará a temperatura natural, nunca se sentirá frío.
  • Dureza: cada gema posee un grado de dureza. La escala más usada para medirla es la Escala de Mohs, la cual ordena las piedras en orden ascendente, siendo el diamante la piedra más dura de todas en la naturaleza. Esto implica que una piedra más dura puede rayar a otra más suave, no al revés. Por eso, se puede usar un vidrio e intentar rayarlo con una piedra. Si la gema es natural, deberá dejar una marca en el vidrio, ya que es más dura. También se puede hacer la prueba con azulejos de cerámica.
  • Coloración: una gema natural debe su color a su composición química, por tanto, no debería perder su color al ser tratada con algún tipo de abrasivo. Una de las pruebas más comunes es frotar la gema con acetona. Si desprende color, es una gema teñida.
  • Huellas de trazado: las gemas verdaderas también suelen dejar un trazo de color cuando se rayan o se “escribe” con ellas una superficie:
    • El amatista debe dejar un trazo blanco cuando se raya en un vidrio.
    • La pirita rayada contra una lija deja una marca negra.
    • La hematita deja una raya rojiza o morada, por el hierro que contiene.
    • La azurita deja una marca azul celeste sobre la lija.
    • Cuarzo cristal deja una raya blanca.

 

Al final, la gema que escojamos –sin importar su precio, su tamaño o su apariencia- debe llenar nuestras expectativas y necesidades.

Nos debe encantar, nos debe transmitir energía y buena vibra, nos debe hacer felices y hacernos sentir mejor. Eso es lo más importante.

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