HOWLITA

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Recientemente, la howlita ha tomado relevancia en el mercado de gemas semipreciosas, aunque no por algún interés particular en la piedra, sino más bien debido a su uso como sustituto de otras piedras más valiosas que se han vuelto escasas y difíciles de encontrar en la naturaleza.

Su color blancuzco, su porosidad y su baja dureza -que la hacen fácil de tallar- la han convertido en un material que reemplaza a otros minerales más costosos y de colores más vivos. Por ello queremos reseñar sus principales características, así como dar algunos consejos sobre cómo distinguirla para no ser confundida con otras gemas.

La howlita, también llamada khaulita, es un material de la clase de los minerales boratos, un hidróxido de borosilicato de calcio. Debe su nombre al apellido de quien la descubrió por primera vez en 1868: el químico, geólogo y mineralogista canadiense Henry How. Durante la excavación de una mina de yeso, los trabajadores se toparon con una roca más dura que éste. Efectivamente, ya no se trataba de yeso, sino de un mineral de borato, con la apariencia de un mármol blanco o porcelana. Originalmente se le llamó silicoborocalcita, ya que es un sílico-borato de calcio básico.

La howlita se suele encontrar en forma de nódulos, de tonalidades opacas, en color blanco lechoso o gris con venas grisáceas, marrón oscuro o negras. Muy rara vez aparece en forma de cristales. Su dureza en la escala de Mohs es de 3-3.5. Tiene una apariencia y dureza similar a la del mármol blanco, pero el mármol blanco tiene una baja porosidad en comparación con la howlita. Aunque originalmente fue hallada en Canadá, es muy común encontrarla en California y otras localidades como Turquía y Alemania.

Al ser una piedra relativamente suave ha sido muy usada para fabricar piezas de joyería y figuritas. Aunque su composición no le permite ser un material apto para facetar, se puede cortar en cabujones y en forma de esferas, óvalos, gotas y más. Además puede ser girada y perforada para fabricar todo tipo de abalorios.

Erróneamente a la howlita se le ha llamado a veces “turquesa blanca”, “turquesa de búfalo blanco” o “piedra de búfalo blanco”. Sin embargo, la verdadera “turquesa de búfalo blanco” es ciertamente una turquesa blanca, de tiza, de bajo grado, que se encuentra únicamente en Tonopah, Nevada.

Debido a su naturaleza porosa, la howlita puede absorber bien algunos tipos de tinte, lo que ha permitido que sea teñida para imitar otros minerales. Esto ha provocado que se haya comercializado como sustituto de la turquesa, del coral rojo o del lapislázuli. Su color blanco facilita una base de clara y neutra para ser teñida de color celeste o verde agua y ser vendida con el nombre de “turquenita”. También se le tiñe de azul oscuro para hacerla pasar como lapislázuli.

Pero una mayor porosidad, significa menor dureza y menor resistencia y por esto la howlita tiende a ser quebradiza. Entonces, como la howlita es una gema más suave que la turquesa, se le aplican resinas sintéticas para estabilizarla durante su corte y pulido. El tinte aplicado también es recubierto con una resina para sellar y de esta manera ocultar o disimular el teñido. Así, la pieza final será más resistente y más parecida a la piedra que se quiere imitar.

 

Entonces, ¿cómo podemos saber si una turquesa o un lapislázuli son o no son en realidad una howlita teñida? He aquí algunas recomendaciones:

-La coloración observada a simple vista es excesiva y fuerte.

-Hay gran cantidad de venas oscuras que recorren la superficie de la piedra.

-Al frotarse, con el simple tacto puede haber una significativa pérdida de color.

– Con el paso del tiempo o al contacto con el agua destiñe.

-Si al pasar un hisopo con acetona sobre la superficie de la piedra, la apariencia de la superficie ha cambiado, es que la piedra ha sido tratada químicamente.

– Si se coloca una pequeña gota de ácido clorhídrico en la piedra, el contacto con ácido clorhídrico diluido convertirá la howlita en sílice gelatinosa, ya que es un material muy sensible a los ácidos. Esto último solo debe hacerlo con sumo cuidado un experto en manejo de productos químicos corrosivos.

No obstante, la howlita como tal es muy apreciada desde el punto de vista energético y espiritual. Se considera una piedra extremadamente calmante, de ahí que se sugiera colocarla debajo de la almohada para ayudar a combatir el insomnio y lograr un sueño reparador.

Nos sintoniza mentalmente para recibir sabiduría y nuevas ideas. Nos conecta con recuerdos de vidas pasadas cuando se coloca en el chakra del tercer ojo. Por esto es muy usada en terapias de regresión espiritual.

Su principal virtud es la paciencia. Su blancura nos irradia paz y calma, que poco a poco nos ayudan a apaciguar la ira, el egoísmo o las críticas destructivas, y de esta forma dar paso a rasgos más positivos del carácter.

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