PIEDRAS QUE NO SON PIEDRAS

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PIEDRAS QUE NO SON PIEDRAS

Segunda parte

 Ciertos materiales usados con fines ornamentales y generados por procesos biológicos, ya sean animales o vegetales, se agrupan bajo el título de gemas “orgánicas”.

Estos materiales orgánicos normalmente se consideran distintos de las rocas y minerales principalmente debido a su baja dureza, la cual es una propiedad fundamental de las piedras preciosas. No obstante, también merecen estar a la par de las más prestigiosas piezas de joyería, debido a su indiscutible hermosura, lo que las hace inestimables para la preparación de artículos de uso personal tales como anillos, pulseras, collares, aretes, así como objetos decorativos como jarrones, figurillas y hasta amuletos.

En este artículo vamos a describir otros tres materiales utilizados por joyeros y artesanos desde la antigüedad: las perlas, la concha nácar y el marfil. Todos tienen un origen orgánico, pero difieren ampliamente en su aspecto y composición química.

Concha Nácar:

La concha un material de origen animal. Como su nombre lo indica, consiste en tomar el caparazón de ciertos animales marinos, darles pulimento y aprovechar el brillo natural que emanan. Las conchas son muy duraderas y permanecen mucho más tiempo que los animales de cuerpo blando que las producen.

La concha sirve a los moluscos como elemento defensivo para protegerse de las agresiones externas de sus depredadores, y como punto de anclaje para sus músculos y órganos. Es decir, para la protección y el soporte anatómico. El nácar es la sustancia dura, blanca e irisada que forra el interior de la concha. Produce brillos y tonos de distintos colores cuando refleja la luz.

La concha nácar fue usada desde hace muchos siglos por las culturas de oriente, sobre todo en China y Japón, en la confección de esculturas, decoración de objetos como muebles e incluso para fabricar delicados accesorios como botones y aplicaciones en la ropa. Su nombre procede del árabe que significa “caracola”. No fue sino hasta el siglo XIV que la concha nácar se usó en la cultura europea para la realización de pequeñas figuras religiosas, decoración de muebles, instrumentos musicales, abanicos y cubiertos. Su uso en joyería se inició en el siglo XVI en Inglaterra.

La temperatura y la presión del agua desempeñan un papel importante en su formación. El nácar se deposita de forma continua en la superficie interna de la concha del animal. El nácar tiene una dureza de 3,5 en la escala de Mohs. Al no ser tan duro como las piedras preciosas, es un material más fácil de trabajar.

El color base del nácar es el blanco, pero el brillo característico tornasolado de la concha muchas veces toma tonos azul y verde brillantes. Las más hermosas son abundantes en ciertos mares de América del Sur  y en los mares alrededor de Nueva Zelanda.

Perlas:

En estrecha relación con la concha nácar están las perlas. Son esferoides formados por estratos concéntricos de aragonito que se encuentran en ciertos moluscos marinos y de agua dulce.

El nácar es la sustancia por la que están formadas las perlas. Cuando un elemento extraño –por ejemplo un grano de arena- se introduce dentro de un molusco, éste procede a recubrirlo lentamente por una sustancia que crea él mismo, el nácar. El molusco lo va forrando por medio de capas superpuestas hasta que forma la perla. Por tanto el nácar es el material madre de las perlas, de ahí su otro nombre: madreperla.

Las perlas han sido durante mucho tiempo símbolos de belleza y pureza y han sido muy valoradas por diferentes culturas, alimentando mitos y leyendas. Fueron muy buscadas como tesoros desde la más remota antigüedad.

El brillo de las perlas en el interior de algunas conchas es causado por la luz que se refleja en las pequeñas plaquetas de carbonato de calcio del nácar. Las perlas poseen un brillo muy particular, cuyos matices ligeramente iridiscentes van desde el rosa y amarillo hasta el azul y verde muy claro, con una infinidad de tintes intermedios que llegan hasta el blanco. Existen también perlas grises y negras. El valor comercial de las perlas naturales llega a ser casi el mismo que el de las mejores piedras preciosas.

 

Las principales zonas de pesca están situadas en el golfo Pérsico, golfo de México, Sri Lanka, riberas de Australia y junto a diversas islas del Pacífico. Durante más de 2000 años, el Golfo Pérsico ha suministrado las perlas naturales más hermosas, extraídas por equipos de expertos buceadores.

Hoy en día se “cultivan” muchas perlas, las cuales se llaman precisamente perlas cultivadas. Son aquellas provocadas artificialmente con pequeñas esferas de concha, que hace las veces de sustancia irritante, situadas dentro de los tejidos subepidérmicos de las ostras. Las perlas cultivadas producidas a escala industrial tienen un valor infinitamente menor que las perlas naturales.

 

Marfil:

La palabra marfil agrupa dientes y colmillos de distintos animales, desde elefantes, hasta morsas, hipopótamos o leones marinos. No es un término exclusivo para los colmillos de los elefantes –aunque este es el más utilizado-, ya que puede aplicarse a varios tipos de dientes, pues su composición es muy similar en todos los mamíferos.

El nombre proviene del latín ebur.  Ha sido un material ornamental por excelencia, pero a lo largo de los siglos fue mucho más apreciado que en la actualidad. El cenit de su popularidad fue probablemente alrededor del siglo XIII,  tanto en Europa como en China.

Presenta un típico color crema o blanco amarillento. Se vuelve de un marrón o gris con el tiempo. La característica principal de marfil es su grano fino, que se distingue del fondo solo por un ligero aumento de la translucidez, que se ve mejor con luz fuerte o brillante, aunque apenas visible en la superficie exterior natural de los colmillos. Esto lo distingue fácilmente del hueso, que tiene una red heterogénea de marcas, aunque esto solo es visible bajo un microscopio.

 

Es relativamente fácil de pulir, además de tener cierta flexibilidad que permite elaborar piezas con finísimos detalles. Es fuerte sin ninguna tendencia a astillarse, aunque las piezas trabajadas con rudeza pueden mostrar marcas de rasguño en los planos utilizados para moldearlas.

Los adornos y artículos de lujo, pasados ​​y presentes, hechos de marfil, son innumerables. Incluyen collares de cuentas redondas y brazaletes, producidos fácilmente a partir de la parte basal hueca del colmillo; joyas de todo tipo, tallados en bajorrelieve y en paneles exteriores, para adornar cajas, recipientes, mangos de armas ceremoniales, abanicos o accesorios para el pelo.

El marfil también se vuelve negro y desprende un olor a proteína quemada al contacto con el fuego, pero la prevalencia del componente orgánico le otorga una resistencia mucho mayor que la de cualquier tipo de plástico. Si es necesario, la medición de la densidad también es muy útil para distinguir el marfil de sus imitaciones.

En los últimos años han tomado mucha popularidad ciertos materiales de origen vegetal que tienen las mismas propiedades de dureza y acabado del marfil. Por ejemplo, las semillas de tagua son tan duras que también se las conoce como el “marfil vegetal”. Son originarias de América del Sur y tienen una apariencia blanquecina. Se extraen de seis diferentes especies de palmeras, pueden alcanzar los 9 centímetros de altura y cuando se secan son realmente duras. Al igual que el marfil, la tagua puede ser pulida y tallada, y convertida en esculturas ornamentales o joyas.

Otra opción para sustituir el uso del marfil de elefante ha sido aprovechar los colmillos de esqueletos de mamuts, donde se han encontrado en abundancia en ciertas regiones del hemisferio norte.

En el mundo actual, tanto el marfil de elefantes, como el coral, o hasta el carey  -proveniente del caparazón de la tortuga del mismo nombre-, no son materias primas comercializables. Ya forman parte del patrimonio natural de la humanidad que debe ser respetado y preservado.

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